domingo, 30 de noviembre de 2008

Mi otra cachucha

Esta semana fue el XI Congreso Mexicano de Historia de la Ciencia y la Tecnología y, con mi colega Jorge Bartolucci, organizamos una mesa de trabajo sobre la catalogación y consulta de archivos históricos relacionados con la ciencia. Llevamos un poco más de un año organizando el Fondo Observatorio Astronómico Nacional (FOAN) y queríamos saber qué opinaban otros acerca del modo en que lo estamos haciendo. Los demás puntos de vista y la discusión fueron muy interesantes.

Jorge es sociólogo y desde hace casi veinte años estudia la comunidad de astrónomos de la UNAM. Uno de los productos de su trabajo es el único libro que yo conozco que cuenta de manera coherente el origen y desarrollo de lo que llegó a ser el Instituto de Astronomía de la UNAM.

Como parte de su trabajo, en 1992 encontró arrimadas en una bodega polvorienta en Tonanzintla, un montón de cajas llenas de documentos pertenecientes al Observatorio (esta foto es de cuando estuvo en Tacubaya). Al revisarlos se dio cuenta de que abarcaban aproximadamente el periodo desde su fundación en 1878 hasta 1970. Además de utilizarlo para su investigación, consiguió que el Instituto de Astronomía lo donara al Archivo Histórico de la UNAM, donde se encuentra (fumigado y metido en cajas) desde entonces.

Cuando lo conocí en 2002, como supo que soy astrónoma y divulgadora, Jorge me mostró un expediente bien curioso. Se trata del largo intercambio epistolar entre el Ing. Joaquín Gallo (director del Observatorio entre 1915 y 1946) y Emilio Nolte (minero del estado de Guerreo y aficionado a la astronomía). Ese expediente funcionó en mi cerebro como un anzuelo: primero me enganchó y desde entonces no me ha dejado de jalar.

Sobre la relación entre Nolte y Gallo (en la foto) escribí muy pronto un artículo de divulgación. Más adelante también convencí a mi amiga Gisela Mateos, que es historiadora de la física, de que investigáramos el caso más a fondo. Así fue como acabamos hasta las narices en polvo durante meses, recorriendo una por una las más de cuatrocientas cajas de documentos del FOAN que no tenían orden alguno. Como recompensa a nuestros esfuerzos obtuvimos bastante información para poder reconstruir y contar las labores de divulgación de Gallo. Hemos llevado nuestros resultados a varios congresos y conferencias, y están a punto de aparecer publicados como capítulo en un libro.

Cuando terminamos de revisar el archivo me prometí solemnemente dos cosas: que iba a seguir estudiando la historia de la astronomía en México, y que nunca más volvería a consultar ese archivo si no estaba ordenado. Lo primero lo he seguido haciendo y lo segundo lo voy a poder hacer muy pronto.

Con el apoyo del Dr. Jorge Cantó (investigador del Instituto de Astronomía, mi director de tesis de licenciatura, y ahora mi amigo) en septiembre de 2007 Bartolucci y yo pudimos reclutar a dos estudiantes y comenzar la laboriosa tarea de organizar el archivo. Ahora tembién contamos con apoyo del Instituto y a inicios del próximo año debemos terminar la primera fase (de los documentos hasta 1929), pero desde ahora están saliendo cosas importantes para la historia de la astronomía mexicana.

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