lunes, 29 de septiembre de 2008

Lecturas

Ayer retomé la lectura de Galileo Courtier, de Mario Biagioli. Lo había dejado de un lado hace algunas semanas, mientras esperaba los comentarios de mis amigos sobre mi manuscrito. No quería hacerme bolas con más información y ahora que el manuscrito está en manos de la editorial, regreso feliz a este libro.

Biagioli es un historiador de la ciencia estadounidense que se ha dedicado a estudiar tu trabajo desde un punto de vista muy interesante. Conoce bien tus aportaciones a la ciencia y le importa explicarlas como parte del contexto que las rodeó. En este libro, por ejemplo, organiza el recuento de tu vida profesional alrededor del mecenazgo que dominaba la Europa de entonces. Primero explica la importancia de esa forma de “patrocinio” para que cualquier proyecto prosperara. Y luego muestra cómo se pueden entender muchas de tus acciones (como los debates que sostuviste, o la forma de diálogo de algunos de tus libros) como parte de esta estructura social. Cuando lo termine te cuento más.

No sé si te lo puedas imaginar, pero en estos cuatrocientos años se han escrito cantidad de cosas acerca de ti. A las biografías regresaré en otra ocasión, pero te adelanto que la primera fue la de tu alumno Vincenzo Viviani y que seguramente la última todavía no se escribe. Hay tratados, ensayos, artículos en revistas de investigación (de la ciencia y de su historia), entradas en las enciclopedias de cada época y país, libros como el que estoy leyendo y otros de divulgación. Además, tus obras se han traducido a muchos otros idiomas y aún hoy se siguen editando. Para escribir mi libro utilicé todas estas fuentes de información, pero principalmente las más recientes. Ya te iré comentando sobre mis lecturas para que veas lo que se ha pensado y escrito sobre ti.

Biagioli, Mario (2008), Galileo cortesano. La práctica de la ciencia en la cultura del absolutismo, Katz Editores, Buenos Aires.

jueves, 25 de septiembre de 2008

¡Una mancha!

El lunes supe que se observó una mancha en el Sol y me dio muchísimo gusto. Hace tiempo que no veíamos ninguna y me gustaría que el año que viene todos puedan ver manchas como las que tú observaste desde 1610.

En la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM estamos organizando diversas actividades para el 2009 como conferencias y, por supuesto, observaciones. Una de nuestras compañeras, Dalila Martínez, diseñó un telescopio solar sencillo con el cual el público que asista al museo también podrá observar al “astro rey”.

Te dará gusto saber que seguimos observando al Sol y hemos comprobado tu idea (entonces muy audaz) de que las manchas están en el Sol mismo, y no son planetas que giran muy cerca de él. A través de los cuatrocientos años que nos separan hemos visto que, tal y como tú lo dijiste, giran con él, y que con el tiempo cambian de forma, tamaño e intensidad. Con telescopios e instrumentos que son descendientes de los que tú hiciste, encontramos que el Sol es una enorme bola de gas caliente, y que sus manchas son evidencia de la actividad en su interior. Gracias a la acumulación de observaciones a través del tiempo, sabemos que esta actividad no es constante, sino que varía con el tiempo. Aproximadamente cada once años llega a su máximo (y entonces se ve el mayor número de manchas) y luego va disminuyendo hasta llegar a un punto (como ahora) en que no hay ninguna mancha sobre la superficie del Sol.

La imagen que te envío fue tomada con el SOHO, un telescopio que fue lanzado al espacio en diciembre de 1995 y desde entonces gira alrededor de la Tierra como si fuera otro satélite más. Desde ahí mira al Sol para tratar de responder preguntas importantes sobre la estructura y dinámica de su interior, así como la presencia de la corona y del viento solar.

Si quieres ponerte al día sobre este tema, te recomiendo que visites la página del SOHO y empieces por la sección llamada “Classroom”.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Antes que nada, me presento

Espero que disculpes mi atrevimiento en escribirte, pero llevo todo este año leyendo sobre tí, y casi siento que te conozco.

Mi nombre es Susana Biro y soy mexicana. Estudié física y luego astronomía y desde 1996 me dedico a la divulgación de la ciencia en la Universidad Nacional Autónoma de México.

En 2009, en unos pocos meses, se cumplen cuatrocientos años desde que hiciste tus primeros telescopios, los apuntaste al cielo y descubriste innumerables maravillas. Para celebrarlo, los astrónomos de todo el mundo se han organizado y habrá actividades durante todo el año. Ya puedes ver lo que se está organizando en México en http://www.astronomy2009.org.mx/

Como me gusta mucho la historia de la ciencia, aproveché este momento y desde enero empecé a escribir un libro acerca de tí. Justo hoy acabo de ir a la editorial para entregar el manuscrito y finalmente puedo sentarme a escribirte para contarte todo lo que ha pasado en la astronomía desde 1609.