jueves, 30 de abril de 2009

Gravedad y evolución

Como muchos nos quedamos con ganas de la mesa redonda que estaba programada para ayer, pongo acá sendos poemas del mexicano Alberto Blanco* sobre el cosmos y la vida.

Teoría de la gravedad

Si voy por una carretera
subo y bajo, según la forma del terreno;
ya doy vuelta a la derecha;
ya a la izquierda.

Antes se decía:
si sube es que es atraído por el cielo;
si baja es que es atraído por el infierno.
Si da vuelta a la derecha
es porque ve las ventajas del sistema.
Si da vuelta a la izquierda
es porque ha comprendido
la función revolucionaria del proletariado.
Alguna explicación había que dar.

Hoy se dice:
no son las fuerzas de atracción
las que mantienen unidas
a la tierra y la luna,
a la tierra y el sol.

Es la forma del espacio,
no la atracción ni la masa ni la distancia.

Pero, es la forma del espacio,
nada más.


Teoría de la evolución

Que unas cosas vienen de otras
es una verdad que podemos constatar
sin necesidad de cálculos ni de teoría alguna.

Que en la red infinita de los cambios
hay seres que proceden de otros
es tan evidente que cabe preguntarse:

¿Cómo es posible dudar a estas alturas
de la teoría de la evolución?

“El hombre es –dice Shakespeare
y lo repite Milton– una obra maestra”.

Pero claro que cuando observamos
que la nube se convierte en lluvia
la lluvia en granizo, el granizo en lodo,
uno se pone a dudar de todo, seriamente.

*Blanco, Alberto (1998), El corazón del instante, Fondo de Cultura Económica, México.



martes, 28 de abril de 2009

Astromonos

¡Salió! ¡salió! ¡salió!



Esta que ves es la portada de mi cómic: Al otro lado del telescopio: Los descubrimientos de Galileo. Lo acabo de recoger en la oficina de mi amiga Laura Lecuona en SM. ¡Quedó de lo más lindo!

Es un libro pequeño (22 x 17cm, 48 páginas, pasta blanda) que combina dibujos, esquemas y un mínimo de texto (como la página 25 que ya te había mostrado) para contar sobre el telescopio y tus descubrimientos de 1610. Lo escribí pensando en niños de secundaria (como de 12 a 15 años), pero en las vacaciones estuve con los hijos de mi amigo Miquel (¡tiene triates de 9 años!) y me pareció que, si lo leen con sus papás, ellos también podrían disfrutarlo.

Ya veremos pues a final de cuentas, como tú bien sabes, el público es el que dispone.

viernes, 24 de abril de 2009

Un microcosmos

Hace una semana me llamó Juan Manuel Valero, de Radio UNAM , para pedirme que le diera una breve entrevista acerca de ti. Está preparando una serie de cápsulas y me sugirió que hablara de algo no tan común, pues hay varios temas que ya están muy desgastados. Lo pensé un poco y decidí que le quería contar acerca de tu trabajo sobre las manchas solares.

En 1612, cuando tu amigo Mark Wesler te envió un tratado anónimo sobre las manchas solares, tú ya las habías observado, ¿verdad? Pero probablemente no habías pensado mucho en ellas. Fue sólo cuando leíste que aquél astrónomo proponía que se trataba de la sombra de planetas que pasaban muy cerca del Sol que te pusiste a trabajar sobre el tema.

Lo primero que hiciste fue observar y dibujar estas manchas durante dos meses. Sólo entonces te sentiste con la seguridad de defender tu hipótesis de que las manchas están en el Sol mismo. Fue sencillo descartar la propuesta del otro astrónomo, pues encontraste que las manchas cambian de tamaño y forma, algo imposible para un planeta. En cambio, apuntalar tu idea mismo fue un poco más complicado.

Partiendo de tus observaciones, diste tres argumentos basados en la idea de los cambios en la apariencia de una figura que se desplaza sobre la superficie de una esfera que rota. El primero era que las manchas aparecen delgadas por el oeste, se van haciendo más anchas conforme llegan al centro del Sol, y vuelven a adelgazar hacia la orilla este. Además, parecen moverse más despacio cerca de las orillas, y más rápido hacia el centro. Por último, la distancia entre dos manchas va creciendo hasta que llegan al centro y luego vuelve a disminuir.

Viendo todos tus dibujos en rápida sucesión se hace como una película donde se pueden ver mejor tus resultados.



Me parece que esa parte de tu vida es como un microcosmos, pues contiene todo lo necesario para entender la manera en que trabajabas y la importancia que tuvo tu entorno. Me gusta lo cuidadoso que fuiste, tanto para hacer tus observaciones como para explicar tus ideas*. Además, el entorno ya no era como al mero inicio cuando tenías la exclusiva del cielo, pues pronto hubo otros telescopios como los tuyos. Es muy interesante ver cómo te relacionaste con la comunidad de astrónomos, comparando y discutiendo resultados. Y la ciencia hoy sigue siendo esa combinación de observación (o experimento), interpretación y discusión.

*Una parte de Historia y demostraciones sobre las manchas solares viene al final del libro: Galileo - Kepler (2007), La gaceta sideral – Conversación con el mensajero sideral, Alianza, Madrid.

jueves, 23 de abril de 2009

Galileo y Darwin

Las dos siguientes semanas habrá sendas mesas redondas para discutir al mismo tiempo a los dos científicos que celebramos este año: tú y Charles Darwin. Te pongo el programa para que veas la variedad de temas y, ¿por qué no?, ¡para que vengas!

El Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades invita a las mesas redondas:

Galileo y Darwin: 400 años de herejías

29 de abril de 2009 a las 11 horas

Charles Darwin y el problema del diseño
Ana Barahona, Fac. Ciencias, UNAM
El Affaire Galileo ¿Razón de la Iglesia?¿Debate científico?¿...?
Rafael Martínez, Fac. Ciencias, UNAM
Lo que Galileo dijo de la Luz
Maruja Armijo, UACM
De Copérnico a Darwin pasando por Galileo
Adolfo Olea, UAM Xochimilco

Modera: Julio Muñoz

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12 de mayo a las 11 horas

Algunas luces sobre Galileo en la Nueva España
Ma. de la Paz Ramos, CEIICH, UNAM
Darwin y la necesidad del ateismo radical
Julio Muñoz, CEIICH, UNAM
Galileo: explorador del cielo, revolucionador de la ciencia
Rolando García, CEIICH, UNAM
¿Para quién escribió Galileo?
Susana Biro, DGDC, UNAM

Modera: Gisela Mateos

Informes mgcg@unam.mx

viernes, 17 de abril de 2009

...y dos más

Hoy fui a nuestra maravillosa biblioteca para ver qué poemas tenemos. Hemos hecho un gran esfuerzo por ampliar nuestra colección para que incluya obras de literatura que traten de ciencia y ya tenemos una buena variedad, pero de poesía todavía hay poco. Igual que me pasa en las librerías, iba por dos libros y salí con cinco (¡y eso sólo porque es el límite!).

Te pongo una probadita de un autor que me gusta mucho. Miroslav Holub fue un inmunólogo checo que además escribió cantidad de cuentos y poemas. Muchos de ellos están fuertemente influenciados-inspirados-informados por su trabajo en medicina y su conocimiento de la ciencia, pero muchos otros reflejan simplemente su visión de la vida que le tocó vivir.


El cabo que apuñaló a Arquímedes*

De intrépido impacto
mató la tangente, el círculo
y la intersección de líneas paralelas
en el infinito.

Bajo pena
de descuartizamiento
prohibió los números
de tres para arriba.

En Siracusa ahora
acaudilla una escuela de filósofos,
lleva dos milenios
sentado en la alabarda
y escribe:

un dos

un dos

un dos

un dos



Alas

Tenemos
un mapa del universo
para microbios,
tenemos
un mapa de un microbio
para el universo.

Tenemos
un maestro de ajedrez
hecho de microprocesadores.

Pero sobre todo
tenemos fuerza
para limpiar los guisantes,
trasladar agua en las manos,
para buscar durante horas,
el tornillo adecuado
bajo el sofá –

Eso
insufla
alas.


*Holub, Miroslav (1990), Poemas, Cátedra, Madrid.

jueves, 16 de abril de 2009

Otro poema

Sigo revisando mis poemas que contienen ciencia en diferentes dosis. De los que tienen que ver con nuestro festejo, hoy te pongo uno mexicano de Mario Jaime. No sé nada del autor, pero me topé con su libro,* me gustó y me lo traje a casa.


La luz no envejece

Eterna, entre colores y ondas
Sin precipitar mis ácidos en tiranía
Repegadito
Al acecho del deleite

He sentido el hidrógeno explotar
He sentido la agonía de supernova
He sentido el orgasmo de Cleopatra
el trovar del trilobite, la derrota de la mente
las campanas, el deseo, el viento de la guerra

pero nunca he visto algo
todo se mueve en torno a mí
soy inmóvil
espero a los planetas que se lancen a las pistas
me pienso a mí misma

soy joven
y poema
Con eso de que te gustaba tanto el Orlando Furioso, me pregunto si tú también escribiste poemas.


*Jaime, Mario (2008), La luz no envejece, Samsara, México

miércoles, 15 de abril de 2009

Poesía

Abril es el mes nacional de la poesía en Estados Unidos. Desde hace varios años estoy suscrita a una lista de correos de la editorial Knopf que todos los días de este mes envía un poema diferente. Siempre son cosas buenas, y en ocasiones descubro un nuevo autor favorito.

El poema que me esperaba esta mañana es You’re Beautiful del británico Simon Armitage. Me gustó mucho, especialmente este pedacito:

You're beautiful because when you were born, undiscovered
planets lined up to peep over the rim of your cradle and lay
gifts of gravity and light at your miniature feet.

Me hizo pensar en tantos otros poemas que contienen desde atisbos de la ciencia hasta elaboradas explicaciones de ella. En cuanto llegué a casa a la hora de la comida, saqué mis libros de poesía y empecé a releer los poemas sobre ciencia que he ido coleccionando en los últimos años. Me perdí tanto en la lectura, ¡que se me olvidó comer! Creo que este tema da para varias entregas, y hoy para empezar te pongo un bocadillo relacionado con este año tan astronómico.

The Elephant on the Moon fue escrito por el británico Samuel Butler que vivió en el siglo XVII. Butler nació en 1612, así que seguramente para cuando escribió esto había muchos telescopios en Inglaterra. Este poema -que fue publicado hasta mediados del siguiente siglo- relata cómo se reúnen unos sabios:

A virtuous, learn'd Society, of late
The pride and glory of a foreign state,
Made an agreement on a summers night,
To search the Moon at full, by her own light;
To take a perfect invent'ry of all
Her real fortunes, or her personal;
And make a geometrical survey
Of all her lands, and how her country lay

Se van tomando turnos para mirar por el telescopio y ven cómo se desarrolla una gran batalla entre los habitantes. Uno de ellos incluso ve un elefante:

…after poring tedious and hard
In th' optic-engine, gave a start, and stared,
And thus began -A stranger sight appears,
Than ever yet was seen in all the spheres;
A greater wonder, more unparallel'd
That ever mortal tube, or eye beheld;
A mighty Elephant from one of those
Two fighting armies is at length broke loose,
And with the desp'rate horror of the fight

Azorados al final de tan exitosa noche de observación, se van a casa dejando atrás un sirviente para que recoja y ordene el salón. Éste también se asoma por el telescopio y encuentra que dentro del tubo del instrumento estaban atrapados algunas moscas y un ratón, y era eso lo que los científicos entendieron como guerreros y un elefante. Irónico, concluye:

That learned men, who greedily pursue
Things that are rather wonderful than true,
And, in their nicest speculations, choose
To make their own discoveries strange news,
And nat'ral hist'ry rather a Gazette
Of rarities stupendous, and far-fet;
Believe no truths are worthy to be known,
That are not strongly vast, and overgrown;
And strive to explicate appearances,
Not as they're probable, but as they please;
In vain endeavour Nature to suborn,
And, for their pains, are justly paid with scorn.

¿Qué te parece que se haga una sátira del trabajo de los astrónomos?

domingo, 12 de abril de 2009

Bestiario

¡Perdón! Otra vez me desaparecí....

Desde octubre que no tomaba vacaciones y aproveché la Semana Santa para desconectarme del mundo. Principalmente me dediqué a ver cómo crecen mis plantas (el suyo me parece un buen ritmo de vida), y en los ratos que sobraron paseé por la ciudad que se vació como si hubiera una plaga y comí con mis amigos.

No creas que me olvidé por completo de ti. Entre otras cosas, se me ocurrió que te gustaría saber de qué tipo de criaturas está poblado el universo en estos días, así que eso es lo que te voy a contar hoy.

Antes que nada hace falta comparar los ingredientes de tu universo y el nuestro. Para ustedes todo en la Tierra estaba formado por los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego; y todos los cuerpos celestes estaban hechos de éter. La diferencia más importante ahora es que sabemos que existen los mismos ingredientes aquí y allá. Hasta el momento conocemos 118 elementos, y sabemos que los dos más abundantes son el Hidrógeno y el Helio.

Entonces había dos tipos de cuerpos celestes, las estrellas fijas y los planetas, y la diferencia era que las primeras estaban pegadas a la esfera que marcaba el final del universo y sólo se movían con ella, mientras que los planetas se desplazaban de maneras más libres. Como empezamos a saber con tus primeros descubrimientos a través del telescopio, hay muchísimas más estrellas, y no están fijas a ningún lado. Además, como el Sol, muchas de éstas tienen sus propios planetas (hoy conocemos más de 300).

Pero no sólo ha aumentado el número de criaturas de nuestro bestiario celeste, también su variedad. Las estrellas no son perfectas y permanentes como se creía. Se forman a partir de gas y polvo, viven mientras dura el combustible que llevan en su interior, y mueren de maneras distintas dependiendo de su tamaño. Las medianas, parecidas a nuestro Sol, expulsan preciosas burbujas de gas que llamamos nebulosas planetarias (como la que ves a continuación), y su centro se compacta en una estrellas enana blanca, que es como un carbón que simplemente se va enfriando.


Las más grandes mueren de manera más aparatosa: explotan violentamente en lo que llamamos supernovas, dejando nebulosas que reflejan esta violencia (como la que sigue), y un cuerpo muy denso en el centro, que puede ser un pulsar (que gira muy rápido y parece un faro) o un hoyo negro (tan denso que se traga todo lo que le quede cerca).


Como puedes ver de estos pocos ejemplos, el bestiario celeste a cambiado mucho en 400 años. Esto lo logramos, en parte, gracias a dos ideas tuyas: que las cosas en el cosmos cambian, y que los cuerpos celestes se parecen a la Tierra.