¿Te acuerdas cuando bautizaron al telescopio?
Desde que se conocieron los primeros en 1609, en Italia se les llamaba occhiale como a los anteojos para leer que se vendían por entonces. Pero en 1611 en un banquete de la Academia de los Linceos en Roma, uno de tus amigos tomó dos raíces griegas para crear un término más preciso. Con tele, que significa a distancia, y skopein, mirar, le dio el nombre que todavía hoy usamos.
Esta manera de nombrar cosas novedosas se ha seguido utilizando y conforme hemos encontrado otras maneras de comunicarnos a distancia, hemos acuñado más palabras que comienzan con tele.
El telégrafo se inventó a principios del siglo XIX. Los primeros de estos aparatos eran relativamente sencillos. El mensaje era codificado por una persona que luego enviaba una serie de pulsos eléctricos por un cable (que es un hilo hecho a partir de metal) y del otro lado los pulsos eran decodificados por alguien más para reconstruir el mensaje. Pronto hubo cables entre las ciudades más importantes (incluso a través del Océano Atlántico) y así noticias que antes tardaban semanas o meses, podían llegar el mismo día.
Con la misma idea, muy pronto inventamos una máquina que envía voces en lugar de mensajes escritos. Los primeros teléfonos funcionaban de un modo similar a los telégrafos, sólo que ahora era una parte de la máquina misma la que convertía la voz en una señal eléctrica para enviarla por un cable. Del otro lado, otra máquina más hacía el proceso inverso, y de la señal eléctrica formaba sonidos. ¿Te puedes imaginar oír la voz de tus amigos Linceos sin tener que salir de Florencia?
Hoy tenemos máquinas que atrapan imágenes en movimiento al mismo tiempo que sonidos, codifican todo esto, y lo envían en forma de ondas que viajan por el aire. Se llaman televisiones y además de transmitir, pueden guardar esta información, de modo que podemos ver y oír algo que está pasando muy lejos, o que pasó hace tiempo.
La clase de cosas que podemos hacer hoy seguramente nos hubieran llevado a la hoguera en tus tiempos. Hoy, por ejemplo, di una conferencia sobre ti en la Dirección General de Divulgación de la Ciencia Tenía un grupo de jóvenes ahí presentes y al mismo tiempo la vieron otros al otro lado de la ciudad y en otra ciudad más. De hecho, se pudo ver desde cualquier parte del planeta gracias a una gran red mundial de comunicación a distancia que se llama Internet.
Además la conferencia quedó grabada, así que en un par de décadas puedo regresar a ver lo que dije el 5 de marzo de 2009. ¡Qué lástima que no tenemos un registro así de tus discusiones con Salviati y Sagredo!
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