El viernes por la mañana envié mi artículo a Venecia. Me quedé muy contenta hasta el lunes, cuando vi que la editora respondió pidiendo que le agregue fotos (que no había puesto porque, si recuerdas, tenía MUY poco espacio). En fin, es fácil de resolver.
Te pongo las conclusiones del ensayo (traducidas y muy compactadas) pues me parece que con eso te puedes dar una buena idea de cómo es lo demás:
Justo al final del siglo XIX, Ángel Anguiano dejó el Observatorio y con esto terminó el comienzo de la vida del OAN. El repaso de esos veintidós años iniciales nos permite ver la variedad y diversidad de los factores involucrados en la fundación y consolidación de este espacio para la astronomía mexicana. Para empezar, había un grupo de ingenieros geógrafos que conocían lo que estaba sucediendo en la astronomía de entonces y estaban interesados en sumarse a esa tarea. Aunque no fue al primer intento, finalmente lograron el apoyo necesario para que en 1878 México tuviera su Observatorio Astronómico Nacional. Esto sólo se logró porque hombres como Anguiano y Díaz Covarrubias supieron combinar sus intereses con aquellos del gobierno. Casi diez años después de fundado, y gracias al empeño de Anguiano por promoverlo, el Observatorio recibió una importante invitación a formar parte del proyecto internacional Carta del Cielo. De este modo, el nuevo siglo encontró al Observatorio con un flamante edificio, un buen proyecto y un nuevo director, Felipe Valle.
Lo que siguió es lo que me toca averiguar a continuación. Fue un buen ejercicio escribir este texto; además de ordenar lo que llevo hecho, me aclaró mucho de lo que me queda por hacer. Todavía me tengo que sentar a hacer una lista de archivos, artículos y libros que me falta consultar, y preguntas que quiero responder.
Pero antes de todo eso, me tomé el fin de semana completamente de descanso. Además de "cultivar mi propio jardín", preparé tallarines japoneses de varias maneras. Aline, que trabaja conmigo en el archivo histórico, fue a Japón el año pasado. Como antes de que se fuera le platiqué que me llaman la atención los puestos o pequeños restoranes de tallarines que aparecen en las novelas de varios de mis autores japoneses favoritos, me trajo algunos para probar. Hice unos gorditos (Udon) con sopa y otros rizados (Ramen) con verduras sofritas y me quedé con ganas de seguir experimentando.
Hoy vi a Aline, que leyó el artículo sobre el Observatorio, y me hizo notar una simpática coincidencia. La expedición mexicana que fue a Japón en 1874 para presenciar el tránsito de Venus llegó a Kanagawa, mismo sitio donde Hokusai pintó La gran ola de Kanagawa, ¡que aparece en una mascada que ella me trajo de allá!
*Título inspirado en el que quizá es mi libro favorito sobre mi obra favorita de Galileo: Drake, S. (1957), Telescopes, Tides and Tactics: A Galilean Dialogue about the 'Starry Messenger' and 'Systems of the World', University of Chicago Press, Chicago.
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