miércoles, 28 de julio de 2010

El arca de Noé

Salí de vacaciones y llovía: mañana, tarde y noche, día tras día. Regreso y, ¡sigue igual!

Por lo visto, en mi ausencia hubo una junta de vecinos y decidieron empezar a reunir los animales. A pesar de que no están permitidos, ya tenemos dos gatos y dos pericos. No veo señales del arca...

Gracias a mi hermana, estuve unos días en Cuernavaca. Conocí su cocina remodelada para hospedar su nuevo negocio de pastelería. Participé en la producción de delicias y, por supuesto, en el consumo de las mismas.

Y gracias a Orhan Pamuk estuve en varios Estambules: el suyo de niño, el de ahora, y el de varios cronistas turcos y extranjeros a través de los siglos. Me quedo con ganas de conocer más acerca del imperio otomano. También me gustaría leer a los cronistas de mi ciudad, y ver cómo se compara lo que ellos vivieron con lo que yo conozco.

Ahora, en sólo tres días, ya estoy completamente reinsertada mi realidad. Regresé para encontrar que ya salió mi artículo sobre la historia del Observatorio en la revista ¿Cómo ves? Acto seguido empecé a escribir otro para la página argentina Historia de la Astronomía. Recibí una nueva tesis para revisar, y ya casi termino de preparar las lecturas y el cartel para el curso que daré este semestre. Mañana voy al archivo histórico para ver cómo van Aline y Carlos con el FOAN, y el viernes haré lo propio con Liliana en el Instituto de Astronomía.

¡Qué bueno es desconectarse, y qué bueno regresar!

1 comentario:

Concepción dijo...

Hola Susana,
si ya estuviste en Estambul puedes seguir en dirección oeste y llegar hasta el Monte Ararat. Según la leyenda ahí quedó anclada el Arca de Noé. Es curioso, yo también relaciono los dias lluviosos con el diluvio y me encanta. Durante mi ninez leí un leí un leí un libro infantil sobre la historia de Noé y el arca. El libro lo heredó mi sobrina Carolina y lo disfruta mucho, aunque aún no sabe leer. Lo que disfruto ahora son las representaciones artísticas del Arca a lo largo de los siglos. Chao