Como me suele suceder, iba por uno y salí con tres libros. El primero, que prácticamente me asaltó a la entrada, se llama Ciudades Sitiadas. Cien años a través de una metáfora arquitectónica y está escrito por Johanna Lozoya, que fue mi compañera en la prepa y a quien no he visto desde entonces. Se me antoja mucho pero se quedará en la pila de los libros que guardo para vacaciones.
Lo tomé sin dudar, pues se trata de una obra muy importante en la historia del inicio de la astronomía mexicana de la cual sólo he leído algunas partes porque es de difícil acceso. Camino a casa me iba imaginando el lujo de leer este libro completito en la comodidad de mi sillón favorito, y sufrí una gran desilusión al encontrar que esta nueva edición está incompleta. Y es que resulta que el editor, Hugo Diego, decidió omitir "las reflecciones y anotaciones de índole científica, dado su carácter de conocimiento especializado."
El resultado de esta mulitación arbitraria es, a mi parecer, otra obra completamente diferente de la original. Contiene el relato de un viaje que no se entiende (o, peor aún, se entiende mal), puesto que le han quitado la motivación, el eje mismo del viaje.
Y bueno, también encontré La montaña mágica, y ya estoy completamente sumergida en el ambiente de aquella fría montaña a donde iban a curarse los tuberculosos a principios del siglo XIX.
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