jueves, 30 de octubre de 2008

Ver y entender

Al final del Renacimiento las ilustraciones ya eran muy importantes para estudiar anatomía y botánica. Con tus dibujos de las observaciones con el telescopio, también se empezaron a usar para entender el cosmos. A partir de entonces las maneras de obtener y guardar imágenes se han multiplicado y hoy el uso de imágenes es indispensable en el esfuerzo de científicos de todas las especialidades para entender la naturaleza. Existe una variedad apabullante de instrumentos con los cuales vemos cosas enormes, diminutas y hasta invisibles. Y, tal como sucedía en tus tiempos, ver más, mejor o de una manera nueva nos permite avanzar en la comprensión de un objeto, un fenómeno o un proceso.

Tratando de ponerme al día en mi revisión de la revista Science , encontré los resultados del concurso anual Science Visualization Challenge . La convocatoria tiene el propósito de impulsar novedosas maneras de visualizar la información producida en los laboratorios científicos y desde hace seis años me he maravillado con los ejemplos ganadores.

Como tú mismo construiste algunos de los primeros microscopios, quizás te interese conocer el tipo de cosas que se puede ver con los que tenemos hoy. La que sigue es una de las imágenes ganadoras del concurso de este año y fue tomada con un microscopio electrónico de barrido,



Aunque parecen muchas hojas en el tronco de un árbol, se trata de diatomeas (un tipo de algas o pequeñísimas plantas marinas) pegadas al cuerpo de un invertebrado marino. Y aunque son diminutas, las podemos ver con ese detalle porque el aumento del microscopio es de 100,000.

lunes, 27 de octubre de 2008

Un Papa cortesano

El mismo día que terminé el libro de Biagioli en inglés, me llegó por correo la traducción al español (para el curso que daré el año que viene.) Me gustó mucho, principalmente por la manera en que organiza tanta información acerca de tu vida y obra utilizando la estructura social en la corte renacentista italiana como el hilo conductor.

Una de las cosas notables de este libro es su tratamiento del tema del juicio ante la Inquisición en 1632. Éste es un tema que en general no me agrada, porque me parece que en la actualidad la gente no lo conoce y lo deforma fuera de toda proporción. Si detienes a alguien en la calle y le preguntas qué sabe sobre Galileo, te contestan con una de dos anécdotas:

El experimento de tirar cuerpos desde la Torre de Pisa
o algo sobre el juicio ante la Inquisición

Sobre el juicio generalmente repiten la frase que según Viviani dijiste después de haber abjurado: “Sin embargo, se mueve”. O bien te mencionan como un mártir, diciendo que arriesgaste tu vida por defender la libertad para hacer ciencia. Y no es su culpa que tengan una versión tan simplona del tema, pues es así como se lo han enseñado en la escuela o en obras de divulgación.

Lo que me gustó en el libro de Biagioli es que sí aborda el tema, pero le da la justa proporción. Para empezar, le dedica 30 páginas hasta el final de un libro de 400. El capítulo se llama “Un marco para el juicio de Galileo” y justamente lo que hace es colocar este complicado tema dentro de un marco que nos permite entender lo que sucedió.

La explicación de Biagioli para el juicio es elegante por sencilla. Dice que cuando Urbano VIII se volvió Papa, tú viste una ventana de oportunidad para publicar tu libro Diálogo sobre los dos principales sistemas, tolemáico y copernicano. El Papa inicialmente te apoyó, pero cuando el libro salió publicado él estaba en un momento políticamente complicado en el que –entre otras cosas- se le acusaba de ser demasiado tolerante con los herejes. Y esto se juntó con algunas quejas de los opositores que te fuiste generando a lo largo de los años y por lo tanto te tuvo que sacrificar.

Aunque la excusa que utilizó inicialmente es que habías traicionado su confianza y publicado el libro sin su permiso, a lo largo del juicio se te acusó también de insultar al Papa al representar la doctrina de la omnipotencia divina en boca de Simplicio, ignorar la advertencia de Bellarmine en 1616 sobre las ideas de Copérnico y presentar estas ideas como verdades absolutas en vez de ponerlas como meras hipótesis. Al final se centraron en que hablabas sobre el sistema copernicano porque era lo más coherente.

Muchos documentos se han perdido, de modo que no tenemos la versión definitiva, pero esta me parece una buena interpretación.

lunes, 20 de octubre de 2008

Una estrella con cola

El viernes pasado tuvimos una de las teleconferencias en Universum con las que estamos calentando motores para el AIA. Vino Alejandro Raga, del Instituto de Ciencias Nucleares (UNAM), y nos dio una plática muy amena sobre una estrella que tiene cola.

En el Renacimiento se pensaba que las estrellas no cambiaban, pero sabemos que tú imaginaste algo distinto. Cuando en 1604 apareció una estrella nueva en el cielo, dio mucho de que hablar. Aunque por entonces aún no estabas dedicado a la astronomía, participaste en la discusión. Y cuando esta estrella empezó a perder brillo, pensaste que se estaba alejando de la Tierra. Supongo entonces que no te sorprenderás demasiado cuando te cuente que hoy sabemos que las estrellas sí que cambian: no sólo se mueven sino que además nacen, se transforman y mueren.

El caso de la estrella Mira es bien interesante, pues presenta todo tipo de cambios: se mueve, pulsa y envejece. Sabemos que es una estrella Gigante Roja, es decir que fue parecida a nuestro Sol, pero ahora se está empezando a morir y por eso se ha hecho grande y roja y tiene un viento muy fuerte. Hemos visto que su brillo varía con el tiempo; y sabemos que se mueve en dirección perpendicular a la Vía Láctea, atravesándola.



Pues ahora resulta que además Mira tiene una cola, como las de los cometas pero muchísimo más grande. Aunque esta estrella se conoce desde tus tiempos, la cola no se había visto sino hasta ahora. Y sólo la pudimos ver porque fue observada con el telescopio espacial GALEX. Este instrumento tiene dos particularidades: su campo visual es amplio y detecta luz en el Ultravioleta. Lo primero significa que toma imágenes grandes, más que el tamaño aparente de la Luna. Pero lo segundo sí que es nuevo para ti. Desde el siglo XIX nos dimos cuenta que hay más luz que la que detectan nuestros ojos. Y en el XX diseñamos instrumentos que nos permiten “ver” esas otras luces.


Gracias a la capacidad del GALEX para ver estructuras grandes y luz ultravioleta, hoy sabemos que Mira tiene una cola enorme que se forma por la interacción de su viento con el gas y polvo de la Vía Láctea. Arriba la puedes ver en luz visible, y abajo, en luz ultravioleta, con su esplendorosa cola.

viernes, 17 de octubre de 2008

De cometas y controversias

Sigo con la lectura del libro de Mario Biagioli sobre tu obra y su relación con la cultura de esa época (por cierto, me enteré que también está traducido al español como Galileo cortesano.) Ahora acabo de terminar el capítulo que aborda la discusión sobre cometas en la que estuviste involucrado.

En tus tiempos, los cometas eran un fenómeno difícil de explicar. Como aparecían y desaparecían, se pensaba que tenían que ser parte de la atmósfera terrestre, pues según la cosmología de Aristóteles ahí sí se valía que hubiera cambios. Esta explicación empezó a hacer agua cuando varios astrónomos comenzaron a usar telescopios para observar los cometas. Con estos nuevos instrumentos pudieron medir las distancias a las cuales se encontraban y supieron que están más allá de la Luna. Esto planteaba un problema, pues según Aristóteles, todo aquello que se encontraba más allá de la Luna era perfecto e inmutable.

En 1618 aparecieron tres cometas en los cielos de Europa. El astrónomo jesuita Orazio Grassi los observó y escribió un tratado para comunicar a todos que –al igual que las estrellas- no se veían mucho más grandes a través del telescopio y por lo tanto debieran tan lejos como ellas. Como en esta época tú eras la autoridad máxima en observaciones telescópicas, muchos te escribieron para saber tu opinión sobre esta novedosa propuesta. Desafortunadamente entonces estabas enfermo, y no pudiste hacer tus propias observaciones. Más tarde escribiste algunos tratados breves y finalmente en 1623 publicaste un libro sobre el tema.

El ensayador fue muy popular en tu época. Dicen, por ejemplo, que el Papa Urbano VIII (que te conocía y apreciaba) disfrutaba de que se lo leyeran a la hora de la comida porque era entretenido y estaba muy bien escrito. Pero los historiadores de la ciencia de ahora no saben muy bien cómo explicar esta obra porque es muy distinta a casi todas las demás que publicaste. Ahí utilizas algunas hipótesis de Aristóteles (a quien atacaste tanto en otros lados), caes en contradicciones y a veces atacas a Grassi sin buenos fundamentos.

La interpretación de Biagioli es que en esta obra utilizaste una estrategia especial. Que te sentías amenazado porque los astrónomos jesuitas en Roma pudieron hacer las observaciones y tú no; y porque sus opiniones empezaban a contar tanto como la tuya. Así que moviste el campo de la discusión, alejándolo de las observaciones y llevándolo al lado más teórico. De este modo saliste victorioso en la discusión y te volviste a ubicar como el astrónomo más importante de la época.

Si te soy sincera El ensayador me cuesta trabajo pues, aunque tiene algunos pasajes atractivos, no le veo una línea conductora. Con la lectura que hace Biagioli de esta obra logro entenderla mejor. Pero ¿tú qué opinas?

lunes, 13 de octubre de 2008

Lo que pensó Bruno


Me encontré un poema que, por dos razones bien distintas, creo que te interesará:

trata de la poesía misma,
y para explicarla usa una anécdota sobre Giordano Bruno.

Sé que te gusta la poesía pues en muchas cartas defiendes a Ariosto (autor del Orlando furioso) y atacas a Tasso (y su Jerusalén liberada). Y supongo que conociste el caso de Bruno y te habrá interesado pues en 1600 fue llevado a la hoguera por su original manera de pensar el mundo.

Te pongo sólo la parte final del poema, pero puedes verlo completo aquí.


What he Thought
Heather McHugh
...
"What is poetry?
Is it the fruits and vegetables
and the marketplade at Campo dei Fiori

or the statue there?" Because I was
the glib one, I identified the answer
instantly, I didnt have to think -- "The truth
is both, it's both!" I blurted out. But that
was easy. That was the easiest
to say. What followed taught me something
about difficulty,

for our underestimated host spoke out
all of a sudden, with a rising passion, and he said:

The statue represents
Giordano Bruno, brought
to be burned in the publc square
because of his offence against authority, which is to say
the Church. His crime was his belief
the universe does not revolve around
the human being: God is no
fixed point or central governmet
but rather is poured in waves, through
all things: all things
move. "If God is not the soul itself,
he is the soul OF THE SOUL of the world." Such was
his heresy. The day they brought him forth to die

they feared he might incite the crowd (the man
was famous for his eloquence): And so his captors
placed upon his face
an iron mask
in which he could not speak.

That is how they burned him.
That is how he died,
whithout a word,
in front of everyone. And poetry

(we'd all put down our forks by now, to listen
to the man in gray; he went on softly)-- poetry

is what he though, but did not say.

viernes, 10 de octubre de 2008

Carretas, veleros y máquinas voladoras

Como no tenía nada urgente en la oficina, hoy me quedé en casa para avanzar en un artículo que estoy escribiendo para la revista Ciencias . Y en este día en que sólo me he desplazado a pie –tal y como lo hacías tú hace cuatrocientos años-, te cuento un poco acerca de los modos de transporte que tenemos en la actualidad. Así quizás puedas empezar a imaginar mi mundo.

Algunos medios de transporte son parecidos a lo que tú conociste, sólo que más grandes y rápidos. En lugar de carretas y carrozas, ahora tenemos carros o camiones. Estos también se llaman automóviles, porque ya no necesitan de un animal para jalarlos. Adentro llevan una máquina en la cual se quema un combustible lo cual hace una pequeña explosión que mueve unos pistones y este movimiento se transmite a las ruedas. Los hay de muchos tamaños y los más pequeños tienen dos ruedas y sólo pueden transportar a una o dos personas. Los más comunes tienen cuatro ruedas y pueden llevar entre cinco y veinte personas. Cuando se inventaron (a principios del siglo XX) eran carísimos y por lo tanto muy exclusivos. Ahora son mucho más baratos y una profesora de la universidad como yo puede tener uno como el que ves abajo. Con él llego a la universidad, que está a 8 kilómetros de mi casa, en sólo 15 minutos (¡en un buen día, pues ya somos tantos que a veces se atora el flujo de carros!)


Otro medio de transporte que ya existía en tu tiempo es el barco. Aunque no han cambiado mucho de forma, ya no requieren de velas que atrapen el viento para moverse. Con mecanismos semejantes a los de los carros (que llamamos motores) mueven hélices que empujar el agua y los hacen avanzar. Sirven principalmente para desplazar mercancías o soldados y armamentos (tal y cómo lo hacían en tu tiempo).

Además de estos inventos para movernos por mar y tierra, ahora tenemos otros para volar en el aire y se llaman aviones. Seguramente conociste los diseños de máquinas para volar que hizo otro toscano, el artista e inventor del siglo XV Leonardo da Vinci.

A lo largo de los siglos que nos separan, se han inventado una variedad de máquinas para volar. Las que utilizamos ahora son enormes y de metal. Avanzan más o menos con el mismo principio que los otros medios de transporte, y se mantienen a flote a pesar de que pesan mucho porque las alas están diseñadas para aprovechar el empuje del aire cuando avanzan contra él. En uno de estos fui a Oaxaca la semana pasada y llegué en 45 minutos en vez de las 6 horas que hubiera tardado en automóvil.

Con todo esto, como te podrás imaginar, las distancias se acortan y el mundo aparenta ser más pequeño. Ahora nos movemos más lejos y más rápido, y es justamente por eso a veces prefiero quedarme en casa y sólo ir tan lejos como mis piernas me lo permitan.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Una pregunta sobre Saturno

Hay una pregunta que me hicieron después de la charla en Oaxaca que creo que te puede interesar.

Para enfatizar que la ciencia no es un mero conjunto de datos sino un proceso, además de tus descubrimientos les hablé de un fenómeno que no terminaste de entender. Les mostré los dibujos de Saturno que hiciste a lo largo de los años: primero como tres cuerpos (el planeta y dos satélites), luego -para tu gran sorpresa- solito y finalmente con algo así como asas a los lados. Les platiqué que en todo ese tiempo, aunque aventuraste algunas explicaciones, no acabaste de entender por qué cambiaba de ese modo su apariencia.


Y, claro, una chica quiso saber cómo se explican estas formas. Le expliqué que poco tiempo después de tu muerte empezó a cambiar algo muy importante. Antes se había tratado de explicar el asunto como el resultado del movimiento de unos satélites que se creía que estaban ahí. Por ahí de 1642 el énfasis cambió a simplemente mirar las formas que iba tomando Saturno. Fue el holandés Christian Huygens quien en 1659 acabó por entender el asunto y lo hizo de un modo que seguramente te agradará. Hizo numerosas observaciones, dibujó lo que veía con el mayor detalle posible y luego miró el conjunto de datos que tenía (un poco como tu estudio sobre las manchas solares). Con todo esto llegó a la conclusión de que Saturno está rodeado por un disco que éste está inclinado respecto del plano de traslación del planeta, como se ve en su dibujo:

Aquí, al centro está el Sol, la elipse pequeña es la órbita de la Tierra, y la grande es la de Saturno. Afuera, en cada caso, está el dibujo de cómo lo vemos en cada momento. Debido a la inclinación y dependiendo de las posiciones relativas de los dos planetas, a veces vemos una gran parte del disco, otras sólo un poco, y otras, nada. De esta manera se explican los cambios de forma que te dejaron perplejo.

Paro aquí para que absorbas esta novedad, pero ya te contaré más de lo que sabemos hoy sobre Saturno y su disco.

martes, 7 de octubre de 2008

Ciudad espejo

Hace algunos días que no te escribo porque salí de viaje. Fui a Oaxaca, una ciudad bellísima en el sureste de mi país. La primera vez que estuve ahí, hace más de veinte años, quedé literalmente encantada por el lugar, su gente, sus artes y su comida. Desde entonces he regresado siete u ocho veces, en momentos muy distintos de mi vida y Oaxaca ha sido como un espejo para mí. Cuando vuelvo a recorrer sus calles, plazas y mercados, veo cómo ha cambiado y recuerdo las diferentes versiones de mí que han pasado por ahí.

Pero esta vez no fui nomás a mirarme en ese espejo mutante; me invitaron dar una conferencia en una escuela preparatoria del estado. Hace algunas semanas me escribió Zinthia Fuentes, una chica muy amable que trabaja en el CECYTE, para saber si podía ir a uno de sus planteles y contarles algo de astronomía. Acepté gustosa y ofrecí llevarles la charla que llamé Galileo astrónomo y que hice con el material del libro que acabo de terminar. En ella explico la concepción del universo que tuvimos en occidente durante casi dos mil años, la manera en que ésta empezó a cambiar en el siglo XVI y tu aportación a este proceso gracias al telescopio.

Mientras escribía el libro sobre tu trabajo como astrónomo, le di esta conferencia a varios grupos para ver cómo recibían el tema y oír qué preguntas les surgían. Antes de entregar el manuscrito tuve la oportunidad de darla en una preparatoria, en la Facultad de Ciencias, en el Instituto de Astronomía y con un grupo de aficionados. La interacción con estos públicos me ayudó mucho para llegar a la versión final del texto. Y desde entonces, siempre que puedo, vuelvo a dar esta conferencia para contarles sobre tu trabajo (¡y el mío!).

miércoles, 1 de octubre de 2008

Historias

Ayer en la tarde me vi en un café con mi amiga Gisela Mateos para definir un curso que vamos a dar en la Facultad de Ciencias el año que viene. Queremos revisar lo que se conoce y mostrar un panorama de las cosas que han dicho sobre ti los historiadores de la ciencia.

La discusión estuvo muy interesante, porque cada quién ve el tema desde un punto de vista distinto. Gisela estudia la historia de la física del siglo XX y mira el fenómeno desde la perspectiva de las maneras en que se producen y se transmiten los instrumentos y las prácticas en la ciencia. Yo estudio la astronomía en México, también en el XX, y me interesa la comunicación de los científicos con diversos públicos.

Coincidimos en que queremos empezar con algunas sesiones dedicadas a los hechos sobre tu vida, el contexto que te rodeaba y tus aportaciones a la física y la astronomía. Incluso esta primera sección, que suena bastante sencilla, dará mucho que discutir, pues la historia es una tarea de interpretación, y se han hecho muchas sobre tu obra.

En la siguiente sección del curso intentaremos mostrar a los alumnos algunos ejemplos de la diversidad de maneras en que se ha estudiado tu trabajo. Juntando nuestros intereses, la lista de temas que quisiéramos resaltar es demasiado larga, incluso para un semestre entero. Al final nos decidimos por algunos temas como el uso de imágenes para la comprensión de la naturaleza, los debates entre científicos, la producción de instrumentos y las maneras en que se difunde su uso y los debates que se dan entre los historiadores que estudian todo esto.

Para terminar vamos a dejar dos o tres sesiones para echar un vistazo a las maneras en que tu historia se ha entendido y contado en la cultura en general. Por lo pronto sabemos que queremos discutir una obra de teatro que se llama Vida de Galileo y que fue escrita por el dramaturgo alemán Bertolt Brecht a mediados del siglo XX. Usaremos algunos ejemplos de divulgación y, si encontramos una grabación de la ópera Galileo del músico estadounidense contemporáneo Philip Glass, también la incluiremos.

Todavía tenemos mucho trabajo por delante, pues nos falta definir las lecturas para cada clase. Y anunciar el curso, y conseguir estudiantes, y dar las clases, claro!